viernes, 28 de agosto de 2015

LA VERDADERA ESPIRITUALIDAD


La verdadera espiritualidad se basa en utilizar recursos sobrenaturales, pero nunca pretenderá vivir una vida antinatural.


Denigrar lo humano es deshonrar la imagen de Dios sobre la base de la cual ha sido hecho el hombre. Denigrar la cultura es desconocer el resultado del mandato divino de multiplicarse, cuidar y cultivar. Y, aunque el hombre desobedece y se extravía, todo es redimible, excepto el pecado.


No pertenecemos al mundo (sistema anti-Dios y anti-Reino), pero vivimos en el mundo (junto a otros seres humanos a quienes debemos ofrecer con palabras el amor de Dios, y demostrarle con hechos el mismo amor).

El impacto de la predicación no se apoyará en manifestaciones religiosas, ritualistas o legalistas, sino en una calidad de vida en el quehacer cotidiano (revalorizando lo humano), cuando la predicación esté respaldada por buenos ejemplos (buenos esposos, padres, hijos, ciudadanos, trabajadores que viven una vida coherente, en sus respectivas áreas).

Si la predicación está respaldada por señales y milagros en buena hora, pero la mayor señal y milagro es una vida transformada verdaderamente. Y muchas señales y milagros, sin testimonio de vida, contradicen la predicación y la enseñanza cristiana.

No hay práctica, experiencia o ciencia humana que deba ser excluida de la vida cristiana, excepto lo que sea expresamente pecaminoso. No prohibir lo que la Escritura no prohíbe, ni obligar lo que ella no manda, lo demás es cuestión de conveniencia, dominio o edificación y contextos.

La verdadera espiritualidad es integral, como dice la Escritura, espíritu, alma y cuerpo santificados por Dios, como se señala que creció Jesús, en estatura, sabiduría y gracia para con Dios y los hombres.


Una verdadera espiritualidad expresa el fruto del Espíritu Santo que es amor, y que se manifiesta en gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre y templanza, en la vida cotidiana, en todas las áreas de la actividad humana. Otro tipo de espiritualidad no es cristianismo, sino un remedo, una copia.


martes, 25 de agosto de 2015

EL COMPROMISO SEXUAL


El sexo y la sexualidad siempre serán temas de interés o temas controvertidos o picantes. Su tratamiento ha pasado de lo prohibido o tabú a lo cotidiano o común, hasta llegar al abuso o desgaste. 


Los enfoques con los que se trata el tema pueden ser muy variados, pero en sus extremos siempre se concentran en el placer sin límites o en el pecado, y muy poco se habla del compromiso. Esa es la razón de reflexionar en estas líneas; algunos de los alcances que podría tener este compromiso sexual, empezando por una responsabilidad individual y proyectándonos a la responsabilidad en relación a la pareja.


EL AUTOCONOCIMIENTO Y EL CONOCIMIENTO DEL OTRO

Pienso que el compromiso sexual debiera iniciar en conocer nuestra propia sexualidad. Poco vamos a poder cumplir con algún compromiso si no sabemos de qué se trata la esencia del mismo. Y si hablamos del compromiso sexual debemos estar al tanto de la sexualidad y del sexo, y aplicar esas ideas y conocimientos a la propia experiencia.

Si es importante iniciar con el autoconocimiento, el siguiente paso es conocer la sexualidad del cónyuge. Por un lado, conocer todo lo relacionado al sexo opuesto en general, y luego seguir conociendo específicamente las características y diferenciales del cónyuge en particular, aprendiendo a respetar las diferencias.

En este autodescubrimiento, y descubrimiento del otro, encontraremos diferencias. En principio las diferencias deben complementarnos y enriquecernos. Hay que entender esas diferencias para luego poder comprender, sintonizar, sincronizar, armonizar.

Pero muchas veces las diferencias asustan o molestan en algunos de sus aspectos, por lo que hay que tener mucha comprensión, tolerancia, disciplina, paciencia y buen humor. Aun en aquellos aspectos en los que puede haber conflictos y contradicciones debemos pensar que nuestro objetivo es la convivencia y el bienestar de uno y del otro, y que el otro no es el enemigo sino el compañero, el colaborador, el equipo.


MANTENER LA SALUD FÍSICA, EMOCIONAL Y ESPIRITUAL


Desde que hay un compromiso ya no se trata solo de mí, sino del otro. Aun lo que decido sobre mí va a afectar al otro y eso me debe hacer reflexionar no solo en nuestras decisiones, sino aun en mis decisiones, que por mucho que sean mías van a afectar de una u otra manera a la persona que está unida a mí.

Desde lo básico, que es mi bien-ser, como mi bien-estar, soy responsable por mí y por el otro. Es por eso tan categórica la sentencia bíblica desde el primer libro del Antiguo Testamento cuando nos dice en Génesis 2:24 “Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne”.

En el nuevo testamento, Jesús no solo reivindica esta sentencia (Mateo 19:5), sino que Pablo incisivamente nos dice en la primera carta a los Corintios 7:4 “La mujer no tiene potestad sobre su propio cuerpo, sino el marido; ni tampoco tiene el marido potestad sobre su propio cuerpo, sino la mujer”.

La unión que nos presentan las Escrituras en relación al matrimonio es una unión vital, y se señala que las relaciones sexuales van más allá de lo físico hasta tener una trascendencia espiritual (1Co.6:13-20). Por tanto, estar en un buen estado físico, emocional y espiritual, desde que soy casado ya no es solo una cuestión personal, sino de responsabilidad conyugal.


SATISFACER AL OTRO


Teniendo en cuenta que una de las razones de la sexualidad es la satisfacción, el placer sexual, es responsabilidad de uno que el otro esté satisfecho, que goce de la relación y la experiencia sexual profunda, crecientemente y creativamente.

Las literaturas antiguas como el kamasutra, el tantra yoga aplicado a la sexualidad, y otros textos, realmente nos presentan toda una cultura acerca de lograr esta satisfacción. A pesar, de ciertas tradiciones que deformaron la visión judía y cristiana sobre el sexo, la Biblia más bien propone el disfrute de los cónyuges en el plano sexual como es evidente, sobre todo, en la literatura poética sapiencial. Inclusive, tenemos todo un texto dedicado al tema, el Cantar de los Cantares.

El compromiso, pues, continúa; hay que crecer en conocimiento y satisfacción, hay que renovarse, ser fiel al otro, preparar a los hijos, enseñar en toda oportunidad que se pueda, concientizar a la comunidad, etc.

El compromiso sexual es una necesidad imperiosa en estos tiempos de corrupción o satanización. Experimentar la sexualidad en pareja con amor, creatividad, armonía, satisfacción y equilibrio es un hermoso reto que nos bendecirá personalmente, bendecirá la relación de pareja, fortalecerá a la familia, y con familias fuertes fortaleceremos también a nuestra comunidad.


martes, 21 de abril de 2015

EL DESAFÍO ACTUAL DE LA IGLESIA Un contacto, una comunicación y una contextualización amorosos

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La iglesia al perder su sentido vertical se desconecta del corazón amoroso y salvífico de Dios, y al perder su sentido horizontal pierde el contacto con su comunidad. 


Lo primero se ve claro en la falta del fruto del Espíritu, lo segundo en la pésima comunicación con la gente.


¿EN QUÉ CONSISTE LA DIFERENCIA CON EL MUNDO?


Muchas congregaciones quieren diferenciarse del mundo con lo externo (cultos, vestimenta, lenguaje, etc.) aunque sufra de las mismas carencias internas de quienes se quiere diferenciar; cuando su aporte debiera ser una verdadera espiritualidad que se expresa en un carácter santo y en una comunicación genuina (a través del lenguaje verbal y no verbal, por entendimiento y comprensión de la mentalidad, y el uso de su bagaje cultural) con la comunidad, que solo es posible a través de la encarnación (Juan 1, “se hizo carne”; “habitó entre nosotros”).

La verdadera y profunda comunicación solo se puede dar por la fuerza del amor que te lleva a la entrega y a la comprensión. Pero un grupo de personas ensimismadas en su propio institucionalismo, misticismo, legalismo y/o religiosidad, que los lleva a recrear un “nuevo mundo” (submundo, gueto) en la iglesia, se hace irrelevante, si no causa de ridículo (está bien haber tenido la gran experiencia de la transfiguración en lo alto del monte, pero hay que bajar al llano para poder ministrar realmente - Mateo 17:1-8; Marcos 9:2-8, y Lucas 9:28-36).

No se entiende que la separación del mundo se da en el corazón (renunciando a sus valores), y que el corazón de Dios nos lleva a contactarnos con el mundo para redimirlo, no tirándole un salvavidas desde lejos, sino sumergiéndonos en su mar (notemos el ejemplo que imitar, pues “se entregó a sí mismo” - hay que releer Gál.1:4; 2:20; Ef.5:2; Filip.2 -, el envío como “ovejas en medio de lobos”, “ser luz y sal”, etc.).


INCURSIONAR EN EL MUNDO


La iglesia que teme incursionar en el mundo demuestra su desconexión de Dios en su desconexión con su comunidad de la que tiene que ser sierva (porque ni Él “…vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos”), en el poder, el amor y la sabiduría de Dios.

Se muestra el error al esperar que vengan, en vez de ir en su búsqueda y discipularlos en su propio contexto (Mt.28:19-20), al esperar que sean como nosotros en vez de hacernos como ellos (“a todos me he hecho de todo, para que de todos modos salve a algunos” 1Cor.9:20-22).

Un creyente actual tiene más parecido a un esenio, un fariseo o un saduceo del primer siglo que a Jesús mismo. Algunos creyentes quieren ser más santos que Cristo, o tienen miedo a ser juzgados por “el mundo y el mundo de la iglesia”, como Él fue juzgado de comilón, bebedor, amigo de pecadores y publicanos, loco y endemoniado.

Congregaciones con “mucho conocimiento bíblico” (ojalá esta frase fuera una experiencia real), pero con una ignorancia total de su contexto y de la coyuntura que viven, desaprovechan las grandes oportunidades, las puertas abiertas, los campos blancos. Congregaciones que quieren vivir de las glorias (con sus formas y métodos) de la década pasada, del siglo pasado, solo tienden a ser irrelevantes en el aquí y ahora.


EL GRAN IMPACTO


Y aun peor, las hay que quieren regresar a la iglesia primitiva y esperan un pentecostés que no llegará porque el Espíritu está soplando donde los corazones se han hecho mansos y humildes, como el Señor y Maestro que vivió en el llano y se acercó a la gente, para edificar el Reino de Dios, y no donde se quieren construir reinos personales…

El gran impacto de la iglesia al mundo se dará cuando ésta le dé lo que el mundo no tiene, y muere por encontrar, sin darse cuenta que eso es precisamente lo que busca desesperadamente, el amor de Dios, expresado en entrega, humildad, servicio, comprensión, amabilidad, sensibilidad, etc., más allá de actividades que buscan resultados inmediatos y glorificadores de hombres, porque solo nos toca sembrar, cultivar y cosechar, confiando que el Espíritu hará la obra de convencer de pecado, de justicia y de juicio, a su debido tiempo (y aun hará señales y prodigios, que lo serán no solo por lo portentoso del milagro sino por lo misericordioso, restaurador y liberador para quien lo necesite).

Nos toca ser fieles (cada uno con su propio don y ministerio, y respetando los de los otros), y perseverar sin esperar recompensas terrenas, servir con gozo y sacrificio, como Él, el Mesías, que siendo el Creador, vivió encarnado como un hombre común de su lugar y de su tiempo, por puro amor, el ahora famoso pero todavía desconocido por muchos, Jesús de Nazaret, nuestro Señor y Salvador.